viernes, 12 de enero de 2018

El País- por Daniel Rodríguez Oteiza
Es la ciudad de la fe, musulmana, judía y cristiana. Su valor material —debido a su rica e inigualable historia— es incalculable, pero ese valor no es el que importa ni se tiene en cuenta por ninguna de las partes involucradas en un proceso histórico que atrapa y provoca desavenencias hasta nuestros días, sino el de ser un símbolo espiritual y de devoción. Es la ciudad que muchos han conquistado, pero en realidad parece un sueño inalcanzable. Los cuatro kilómetros cuadrados de la ciudad bíblica, histórica de Jerusalén han sido destruidos, reconstruidos, y sometidos —desde el año 63 AC hasta 1948— al dominio romano, bizantino, árabe, cruzado, mameluco, otomano y británico, en una historia intensa marcada por la pasión de los tres credos religiosos, pero también por la violencia, la persecución y la conquista despiadada.

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