lunes, 3 de junio de 2013

Semana, Camilo Rueda NavarroBayern Múnich: Un club judío y antinazi

El mayor club alemán tiene un origen con marcada presencia judía, y durante el nazismo se resistió a la cooptación del régimen. Estos antecedentes, que estuvieron ocultos en la historia del equipo, hoy empiezan a resurgir. Los antecedentes judíos del Bayern fueron olvidados en la posguerra. El equipo más laureado del fútbol alemán tuvo una importante presencia judía en sus primeros años. Con el nazismo, se vio muy afectado aunque resistió a la cooptación del régimen. Pero estos antecedentes fueron omitidos en la historia del club, que ochenta años después parece querer recuperarlos. Sobre el tema escribió el periodista Raphael Honigstein, quien publicó en The Guardian un artículo sobre las raíces ocultas del Bayern Munich. onigstein registra que el Bayern fue fundado en el bohemio barrio de Schwabing y fue un club con una importante presencia judía. Dos de los 17 firmantes del acta fundacional de 1900 eran judíos. Y varios jugadores y dirigentes de sus primeros años eran de origen hebreo, por lo que el Bayern era llamado “el club de los judíos”. Entonces llegó la era del nazismo, lo que afectó gravemente a la institución. El régimen hostigó al club y pretendió su cooptación, pero este se resistió. Estos antecedentes fueron olvidados en la posguerra, lo que sumado al éxito que tuvo el equipo en las décadas del 60 y 70 dejó en un segundo plano estos episodios. En el 2011 esta historia fue recuperada en la obra “Der FC Bayern Juden und seine” (FC Bayern y sus Judíos) de Dietrich Schulze-Marmeling. Y como escribe Honigstein, “el club abraza su historia antinazi después de ochenta años de silencio”. Kurt Landauer, de origen judío, es el principal personaje de esta historia. Fue presidente del club por tres periodos y consiguió el primer título del equipo en 1932. Pero meses más tarde Hitler tomó el poder y Landauer tuvo que dimitir junto con otros miembros del club. Landauer huyó a Suiza después de pasar 33 días en el campo de concentración de Dachau. Ante la situación, el Bayern Munich se resistió a la cooptación por el nazismo y vivió varios incidentes de desafío. En 1934, por ejemplo, sus jugadores resultaron involucrados en una pelea con los ‘camisas pardas’, la milicia nazi. Pero el mayor episodio tuvo lugar en Zurich en 1943. Después de un partido amistoso contra la selección nacional suiza, los jugadores del Bayern se alinearon para saludar al exiliado Landauer, presente en las gradas, lo que no gustó a la Gestapo, que amenazó con que el gesto tendría consecuencias. Luego de finalizada la guerra, Landauer regresó a Munich y fue nuevamente nombrado presidente del club para completar su tercer mandato, entre 1947 y 1951. Pero su legado se perdió en las memorias del club. Según Schulze-Marmeling, el autor de ‘Bayern y sus Judíos’, se borraron los rastros de Landauer para evitar polémicas raciales y políticas. Muchos años después hubo una ola de libros académicos y artículos periodísticos con interés renovado en la era de Landauer, pero la dirigencia del Bayern no estuvo segura de cómo reaccionar. El gerente general del Bayern, Uli Hoeness, evadió a un periodista inquisitivo con el pretexto de que "no estaba vivo en ese momento", y el directivo Fritz Scherer más tarde admitió que el club no quiso hacer hincapié en sus raíces judías “por temor a reacciones negativas”. Schulze-Marmeling sospecha que el actual interés comercial en Asia también pudo haber sido la razón por la cual el Bayern trató de restar importancia a su herencia judía, dado el conflicto árabe-israelí. Sin embargo, la actitud del club ha cambiado notablemente en los últimos años, según registra Honigstein en el Guardian. Hinchas del club han celebrado a Landauer, y Rummenigge, insignia y vicepresidente de la institución, lo ha reconocido como "el padre” de la era moderna del Bayern. El club también donó parte del dinero que permitió al club judío TSV Múnich Maccabi construir un campo con el nombre de Landauer en el 2010. El terreno fue inaugurado con un partido amistoso contra un equipo de estrellas del Bayern. Además, la era Landauer tendrá un lugar de honor en el museo del equipo. "He estado en el club durante muchos años, pero tenía muy poca idea acerca de todas estas historias increíbles", dijo Hans-Peter Renner, directivo del museo. "Ha sido profundamente conmovedor aprender acerca de todas estas personas y las cosas que hicieron para el club”. Otro guiño político del Bayern ocurrió cuando aceptó jugar un partido amistoso con el FC St. Pauli de Hamburgo en el 2002. El St. Pauli, que habitualmente juega en la segunda división alemana, es un equipo estatutariamente antifascista y cuya peculiaridad merece una página aparte. En esa ocasión, el Bayern Munich, entonces campeón mundial de clubes, visitó la casa del St. Pauli, que emprendía una campaña de apoyo para sobrevivir a una grave crisis económica. Sorpresivamente, el triunfo fue para los del barrio rojo de Hamburgo, que se adjudicaron el título de “vencedor del campeón mundial de clubes”. Pero más allá del resultado, lo importante fue la mano solidaria que brindó el poderoso Bayern a su “amigo” antifascista. Ahora sabemos que su gesto tuvo también una fuerte raíz histórica.