domingo, 2 de junio de 2013

NASRALLAH: DE HÉROE A LIDER ODIADO

NASRALLAH: DE HÉROE A LIDER ODIADO Boaz Bismuth “No permitiremos la caída de Assad”, declaró el Secretario general de Hezbollah, Hassan Nasrallah, mientras piensa en sí mismo. Nasrallah está bajo presión y con motivo. Los dos misiles que impactaron ayer en el barrio de Dahia, distrito de Hezbollah en Beirut, después de su discurso, demuestran hasta cuánto, Nasrallah, amado por el mundo árabe hasta hace horas, se convirtió hoy en el odiado de los sunitas aunque Israel no aparece para nada vinculada al tema. Hassan Nasrallah era, hasta no hace mucho, símbolo de orgullo árabe. Su imagen logró capturar a la multitud. Nasrallah era el heredero de líderes mitológicos como Nasser y Saddam Hussein. En el verano de 2006, tras la Segunda Guerra de Líbano, Nasrallah fue la única personalidad que, en algo, logró revivir el mitológico pan-arabismo: “Un líder de la milicia chiita en Líbano se convierte en héroe de la multitud árabe”. La vía por la que se enfrenta a Israel lo convirtió, de repente, en un líder árabe. “Recuerdo esos días con mi residencia en un país árabe (Mauritania) y el retrato de Hassan Nasrallah aparecía pegado sobre toda puerta y vehículo en el país sunita. Impresionaba, por entonces, ver la dimensión que tomaba Nasrallah. El hecho que se escondía en un bunker era olvidado”. Mientras tanto, Medio Oriente atravesó algunos cambios. “La Primavera de los pueblos árabes” o el “otoño sunita”, si se quiere, transformaron - de cabo a rabo- la imagen de Nasrallah, en especial el levantamiento en Siria. Nasrallah pasó, de repente, de ser líder árabe a serlo de la pequeña milicia chiita, que no es otra cosa que el vocero de Damasco y Teherán que, no duda, en masacrar en Siria a los santos rebeldes sunitas. La guerra en Siria reveló, ante el mundo árabe, el rostro verdadero de Nasrallah; líder de Hezbollah que logró, durante 20 años, elevarse por sobre todos. De repente se perfila como líder chiita. Hoy, a Nasrallah se le dificulta ser oído como seguro de sí mismo y hasta la ironía desapareció de su retórica. El líder de la retirada de las FDI en el año 2000 y la Segunda Guerra de Líbano en 2006 es, en el presente, un líder que se hunde. La guerra en Siria aún no destituyó a Assad pero, en la imagen, ya depuso a Nasrallah. La batalla contra Israel le otorgó un halo durante 20 años. La guerra en Siria apagó la luz sobre su cabeza. Nasrallah envía soldados junto a Assad. Incluso, si Assad sobrevive, Siria no será la misma Siria y Nasrallah no será el mismo Nasrallah. Quizás el eje del mal sobreviva, pero fue duramente golpeado. Fuente: Israel Today