viernes, 21 de junio de 2013

JACOB LÓPEZ, MALLORCA 1672

Fuente: Beit Haanusim 17/4/13 Por Rabí Nissán Ben Avraham EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS DE ORÁN En el año 1672 nos encontramos con un relato importante para la historia de los cripto judíos en Mallorca. Había llegado un barco al puerto de Palma de Mallorca, con varios judíos que huían del norte de África. Fernando Fajardo, Marqués de Vélez y enchufado de la reina Mariana (la madre de Carlos ‘el Hechizado’) había decretado la expulsión de cinco centenares de judíos que vivían en la ciudad de Orán, en el norte de la actual Argelia, que estaban bajo dominio español desde que la ciudad fuera conquistada por el Cardenal Cisneros en el año 1509, acordando su traspaso a la ciudad portuaria de Liorna, al nordeste de la península italiana, que había sido declarada puerto franco en 1590. Parece que la mayoría de aquellos judíos habían llegado casi trescientos años antes de la misma Mallorca, tras el asalto al Call que tuvo lugar en agosto del 1391, y que causó la conversión forzada de varios cientos de judíos. Algunos consiguieron huir, ya sea en el curso de los sangrientos alborotos, ya sea en las semanas y meses de desconcierto que siguieron y a pesar de los decretos que limitaban su salida de la isla. Se supone que el grueso llegaba a Orán y que desde allí se repartieron entre otras ciudades, como la de Ténès y Mostaghanem, todas ellas en la costa occidental de la actual Argelia. TRES AÑOS EN PRISIÓN A causa de la expulsión llegó el barco cargado con una decena de judíos al puerto mallorquín. Entre ellos había un joven de unos dieciséis años, llamado Jacob López, que pensaba encontrar a su prometida en la ciudad toscana. En el momento en que el barco llegó a Porto Pí, que eran donde anclaban los navíos extranjeros, subieron los cancerberos de la Inquisición encargados de vigilar por la pureza de España. Los judíos fueron examinados detenidamente y el joven despertó las sospechas de los guardianes, por lo que fue encarcelado dejando que el navío siguiera su camino a Liorna. El muchacho permaneció unos tres años en prisión, mientras la Inquisición investigaba sus pormenores. Después de enviar mensajes a los catorce Tribunales inquisitoriales en la península ibérica, recibieron informes desde Madrid sobre una familia López, descendientes de judíos, que se había fugado en dirección a Málaga y de allí al norte de África. Supuestamente allí habían apostatado del cristianismo y abrazado la fe de sus antepasados judíos. Cruzando información llegaron a la conclusión de que Jacob era en realidad Alonso López, el hijo de aquella familia que se aventuraba de nuevo por territorio español. En realidad había intentado salir de Orán varios años antes, con la publicación del decreto de Fajardo, llegando al puerto de Niza, pero al continuar luego su travesía hacia Liorna fueron capturados por los corsarios y traídos de nuevo a tierras moras, donde estuvo varios meses en cárcel hasta que fue rescatado, y ahora se aventuraba de nuevo camino de Liorna. RELAJADO AL BRAZO SECULAR El joven marrano no negó las acusaciones y declaró que se mantenía en su fe ancestral. El inquisidor Pedro de Aliaga presentó los papeles al Inquisidor Mayor, Rodríguez de Cossío, quien firmó su sentencia de muerte. Pero la Inquisición, como institución religiosa que era, no quería matar a nadie, por lo que el reo era ‘relajado al Brazo Secular’, que llevaba a cabo la sentencia. En el día 12 de enero 1675 se congregaron las multitudes cerca de la Puerta de Jesús, al norte de la ciudad de Palma, seguramente donde están hoy los edificios del Institut Joan Alcover, en la Avinguda de Alemanya de Palma, o tal vez cerca del colegio Lluís Vives, donde yo estudié en mi juventud. Jacob López subió a la hoguera donde rechazó de nuevo la oportunidad de arrepentirse de su apostasía al cristianismo católico y se mantuvo fiel al judaísmo, por lo que prendieron fuego a la hoguera y fue quemado vivo. EJEMPLO PARA LOS CRIPTOJUDÍOS Su ejemplo había de repercutir inmediatamente en las familias de los descendientes de judíos, llamados xuetas, habitantes de la ciudad, que se habían convertido al cristianismo trescientos años antes. Al poco tiempo se organizaban para reivindicar, en secreto, sólo para ellos mismos, su fidelidad al judaísmo. Aun así, dos años más tarde fueron encarcelados unos 270 judaizantes y empezó la odisea de los Xuetas mallorquines, pero esto ya es otra historia.