jueves, 13 de junio de 2013

Hoy se cumplen 48 años del fallecimiento del destacado pensador judío y sionista Martin Buber

tongadol/AJN.- El 13 de junio de 1965 fallecía, en Jerusalem, Martin Buber (foto), uno de los pensadores judíos más destacados del siglo XX. Nacido en Viena el 8 de febrero de 1878, a raíz del divorcio de sus padres pasó su niñez en la casa de sus abuelos paternos, uno de los cuales, Salomón, era un famoso erudito rabínico. Allí aprendió la literatura raigal (TaNa”J -Biblia hebrea- y Talmud) y la forma de vida tradicional judía, compartiendo las oraciones y el estudio de los piadosos jasidim (jasídicos). A los 14 años, Buber regresó a la casa de su padre y en 1896 inició estudios de Filosofía e Historia del Arte en la Universidad de Viena, que más tarde continuó en Leipzig, aunque finalmente se doctoró en Berlín, en 1904. En su casa se hablaba ídish y alemán, en su infancia aprendió francés y hebreo, y en la escuela secundaria, polaco. A partir del Primer Congreso Sionista (agosto de 1897), Buber adhirió al sionismo y participó de varios eventos que lo sucedieron, influenciado por Ajad Haam (Asher Tzvi Hirsch Ginsberg), quien postulaba el “sionismo espiritual”, a diferencia del propuesto por Theodor Herzl, centrado en la actividad política. A comienzos del siglo XX comenzó a colaborar en la redacción de la revista del Movimiento Sionista, Die Welt (El Mundo), pero al poco tiempo tuvo que dejar de hacerlo porque sus ideas no coincidían con las de Herzl. En esos años conoció a Paula Winkler, de Múnich, con quien se casaría y tendría dos hijos, Rafael y Eva. A partir de 1904 Buber se dedicó a estudiar y escribir, publicó su tesis doctoral, tradujo del ídish al alemán varios textos y relatos del rabino jasídico Najman de Brezlav, que tuvieron gran aceptación, y desde 1910 hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial estudió y escribió, especialmente sobre textos jasídicos. A poco de declararse la conflagración, colaboró en el establecimiento de la Comisión Nacional Judía, cuyo objetivo era mejorar la condición de los hebreos que vivían en Europa del Este, y en 1916 fundó el mensuario Der Jude (El Judío), uno de los primeros periódicos de Alemania dedicados al pensamiento sionista, que se editó hasta 1924. En 1920 Buber creó, con Franz Rosenzweig, la Freies Jüdisches Lehrhaus (Academia Judía Libre), el más importante centro de educación para adultos judíos anterior a la Segunda Guerra Mundial, debido a la prohibición de asistencia a escuelas públicas, a pesar de que el partido nazi obstruyó todo lo posible su funcionamiento. En 1923, escribió Yo y tú (Ich und Du), donde expuso su concepción de la “filosofía del diálogo”, plasmando las relaciones yo-tú y yo-ello: mientras que la primera detallaba las relaciones entre el hombre y el mundo, describiéndolas como abiertas y de mutuo diálogo, la otra debía interactuar necesariamente con ella, pero ése no era el propósito principal, sino el vínculo entre el hombre y la eterna fuente del mundo, representada por D’s, cuya presencia puede encontrarse en la existencia diaria. Hasta el ascenso de Hitler al poder Buber fue profesor en la Universidad de Frankfurt, donde enseñó Teología Judía e Historia de las Religiones, a la vez que codirigía Die Kreatur (La Criatura), de 1926 a 1930. Al ser expulsado de la universidad por las disposiciones establecidas por los nazis, decidió emigrar con su familia a Éretz (Tierra de) Israel, lo cual concretó en 1938. Una vez allí, Buber fue nombrado profesor de Filosofía Social en la Universidad Hebrea de Jerusalem, donde enseñó hasta su jubilación, en 1951. Asimismo, durante todos esos años continuó estudiando y recopilando leyendas jasídicas. En su obra filosófica Buber resalta los valores fundamentales de la vida humana y contribuye a marcar claramente el origen y el destino de su existencia: la solidaridad, el respeto por el otro, la tolerancia, la no discriminación y el amor por el prójimo son aquellos valores indispensables que los seres humanos deben recuperar para alcanzar su destino, la comunión con D’s. Sólo el camino del amor y la tolerancia en todos los ámbitos de la vida humana (la familia y las instituciones civiles) permitirá que el hombre pueda llegar a ser pleno, sostuvo. Buber tuvo estas ideas permanentemente presentes al analizar la situación existente en Éretz Israel, donde integró, y luego lideró, el movimiento Ijud, que apoyaba la cooperación entre árabes y judíos. A lo largo de su vida, también publicó “Los cuentos de Rabí Nachman” (1907), “La leyenda del Baal Shem Tov” (1908), “Sobre el judaísmo” (1923), “¿Que es el hombre?” (1943), “Entre el hombre y el hombre” (1947), “La fe profética” (1950), “Imágenes del bien y del mal” (1952) y su obra póstuma, “El conocimiento del hombre” (1966).