viernes, 14 de junio de 2013

El conflicto en primera persona y desde ambas veredas

¿Cuánto más podemos saber del conflicto del Medio Oriente? ¿Cuántos cursos se puede tomar? ¿Cuántos libros se puede leer en busca de respuestas? Una cosa es seguir un camino para obtener conocimientos y otra es qué hacer con ese conocimiento adquirido: ¿Lo queremos para defender ciegamente a Israel o lo queremos para imaginar posibles vías hacia la paz? La semana pasada presencié un buen ejemplo de esto último. Fui invitado al cierre del curso sobre el conflicto árabe-israelí llamado: “Israel – Palestina. Las dos caras de la moneda”. El curso fue dictado por Yonathan Nowogrodski y Luis A. de la Rosa y en él no solo se recorrió la historia del conflicto desde ambas perspectivas, sino que se le puso voz y rostro a ésta. Durante las distintas clases participaron invitados representantes de las dos caras de la moneda, que fueron desde un ex habitante de asentamientos a un funcionario de la embajada palestina, intentando cubrir todas las visiones del conflicto. La clase final se retrasó un poco por la lluvia que cayó en Santiago, lo que no fue impedimento para que una veintena de alumnos, desde universitarios hasta adultos, judíos y no judíos, de derecha y de izquierda, llegara al acogedor ken del Hashomer Hatzair. La última de las diez clases contó con una invitada especial. Se trataba de Shireen, una joven palestina proveniente de Belén que lleva cerca de dos años viviendo en Chile. Tal vez por lo acostumbrados que estamos al discurso palestino más radical, las palabras de Shireen nos asombraron a algunos de los asistentes. No vino a hablar del conflicto, ella vino a hablar de paz. Contó cómo es la vida al otro lado del muro, cómo es cruzar un check point, habló sobre sus entretenidas experiencias en territorio israelí y de lo mucho que le gusta ir allá. Disparó contra la clase política y manifestó su convicción de que la solución está en la gente, en las personas comunes y corrientes de ambos bandos. Durante el receso hablé con los alumnos y recogí varias impresiones. Según los asistentes la mayor gracia del curso fueron sus invitados, quienes repasaron los hechos históricos, destacándose por su esfuerzo por entregar versiones objetivas desde ambos lados. Fueron personas que vinieron a contar su testimonio las que marcaron la diferencia entre esta experiencia y con cualquier otra iniciativa por tratar el tema. En tiempos en que vivimos el conflicto del Medio Oriente a través de foros en internet y respuestas cegadas desde ambos bandos, un curso como éste se vuelve necesario para todo el que quiera comprender el problema y entenderlo con una visión crítica y una perspectiva de futuro.