domingo, 2 de junio de 2013

burkamutila

Fuente: La Vanguardia 28/5/13 por Pilar Rahola Somos un grupo de mujeres en campaña contra el velo integral, bajo el hashtag #burkamutila y con una página en Change.org titulada "A sus señorías: Que se pongan un burka e intenten ser libres". Nuestra procedencia ideológica es diversa, aunque todas tenemos un compromiso con los derechos de las mujeres. Y si bien hemos expresado en foros, artículos, libros, etcétera, nuestro rechazo a esta prisión textil, estigma físico de la esclavitud de las mujeres víctimas de una ideología totalitaria, ahora damos un paso adelante. El motivo es concreto: el comportamiento de los partidos ante esta cuestión, a raíz del debate de una propuesta de Ciutadans. Y si es comprensible que la propuesta necesitara de un recorrido parlamentario más completo, con negociaciones y mejora del texto, no es posible entender ni las intervenciones de los diputados -algunas propias de una empanada mental considerable en la cuestión- ni que se cerrara en falso. ¿Cómo es posible que en el Parlament se llegara a decir que estas jaulas de ropa eran una opción de libertad? Da vergüenza, mucha vergüenza, que conceptos nobles como libertad o cultura se asocien con la esclavitud femenina. Y el velo integral es una pesada y opresiva imagen externa de esta esclavitud. Sobra decir que el lío de conceptos se da a derecha y a izquierda del espectro ideológico, en parte porque el desconocimiento sobre el tema hace que muchos confundan los derechos religiosos con la ideología totalitaria que intenta usar el islam para oprimir a la gente. Y eso habrá que repetirlo miles de veces: ni el burka ni el niqab son una cuestión religiosa. Pero son usados por los imanes y los líderes integristas como forma de opresión de la mujer, clave para la conquista ideológica de sus conciudadanos. Mejor expresarlo en boca de las mujeres musulmanas que luchan contra este estigma, por ejemplo la argelina Wassyla Tamzali, exresponsable de igualdad de la Unesco: "Una prisión de tela, una práctica arcaica y bárbara sobre la que la religión musulmana no ha sabido imponerse. El problema es que ahora la religión está en manos de hombres que sólo quieren dominarnos". La lista de musulmanas que escriben y luchan contra esta opresión es ingente, aunque a menudo muy silenciada. En este sentido, y por desgracia, hay una izquierda que escucha más a los barbudos integristas que a las mujeres que se enfrentan a ellos. Por eso un debate que en países como Francia o Bélgica está muy avanzado -y el burka prohibido- aquí está en sus inicios. En cualquier caso, muchas mujeres hemos dicho basta. El burka no es cultura, ni religión, ni libertad. Es la expresión externa de una feroz opresión femenina en nombre de una ideología fanática y represiva que usa el nombre de un dios en vano. En una sociedad libre y democrática, ni tiene cabida, ni defensa, y su permisividad es la pura banalización de la opresión femenina.