lunes, 10 de junio de 2013

Alerta | GLOBAL 24 Intensa agitación en el único islámico aliado de OTAN

Miles de turcos desafían al 1er. ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, y salieron a las calles del país. La población ha mostrado su solidaridad con los manifestantes acampados en Taksim y las plazas de otras grandes ciudades turcas y hasta los aficionados de los 3 principales equipos de fútbol de Estambul, Besiktas, Fenerbahçe y Galatasaray han convocado marchas conjuntas. Erdogan, insistió hoy (domingo 09/06) de nuevo en su línea dura al asegurar que no se dejará intimidar por "unos cuantos saqueadores", y emplazó a sus seguidores a darles una lección a los manifestantes en los comicios locales, en marzo de 2014. En Estambul hay convocadas nuevas marchas y concentraciones de protesta contra el Gobierno La población ha mostrado su solidaridad con los manifestantes acampados en Taksim y las plazas de otras grandes ciudades turcas y hasta los aficionados de los 3 principales equipos de fútbol de Estambul (Besiktas, Fenerbahçe y Galatasaray) han convocado a marchas conjuntas en el centro de la ciudad. CIUDAD DE BUENOS AIRES (Urgente24) "No haremos lo que hacen los saqueadores: ellos queman y destruyen propiedades públicas; saqueadores es la definición exacta", gritó el 1er. ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, en un discurso retransmitido por la cadena NTV, con un tono muy similar al que ya diera en el aeropuerto de Estambul el viernes de madrugada. Erdogan habló ante una muchedumbre congregada en el aeropuerto de Adana, en el sur de Turquía, antes de desplazarse a la ciudad de Mersin. "¿Podríamos haber abandonado las plazas a los anarquistas y terroristas?", preguntó, al defender las intervenciones policiales. "Han matado a uno de nuestros comisarios, un policía turco, un policía de la nación", dijo, al recordar al oficial que murió en Adana el jueves 06/06, al precipitarse al vacío mientras perseguía a unos manifestantes. "Atacan a mi policía, odian a mi policía", clamó. Erdogan puso en duda que a los manifestantes los motivara la defensa del parque Gezi de Estambul, amenazado por una reforma urbanística, y aseguró que "el 95% de los manifestantes no sabe siquiera dónde está el parque Gezi". "Pido un esfuerzo a la juventud, un esfuerzo de un nivel mayor: Cambiaremos muchas cosas en marzo de 2014 y tendremos la última palabra", dijo, en referencia a las próximas elecciones locales. El discurso de Erdogan contrastó con las expresiones en la red Twitter del gobernador de Estambul, del mismo partido que el 1er. ministro, quien calificó a los jóvenes del parque Gezi como "ciudadanos libres por encima de los partidos", e incluso aseguró que quisiera hacerles compañía. Erdogan se desplazó a Ankara, donde fue recibido por una multitud de sus seguidores. En Estambul hay convocadas nuevas marchas y concentraciones de protesta contra el Gobierno La población ha mostrado su solidaridad con los manifestantes acampados en Taksim y las plazas de otras grandes ciudades turcas y hasta los aficionados de los 3 principales equipos de fútbol de Estambul (Besiktas, Fenerbahçe y Galatasaray) han convocado a marchas conjuntas en el centro de la ciudad. Aunque por el momento Erdogan no ha hablado de desalojar a los acampados de Taksim, éstos ya se han preparado y han levantado barricadas para defenderse. "Que nos ataquen. No nos pueden parar", gritaba este sábado a través de la megafonía un miembro del Partido Comunista Turco, encaramado al techo de una furgoneta en el centro de la plaza, ante una multitud de manifestantes. La protesta comenzó a raíz del anuncio de la tala de árboles centenarios de la plaza Taksim para la construcción de un centro comercial, pero la violenta represión policial contra los manifestantes provocó una movilización aún mayor para denunciar lo que consideran autoritarismo de Erdogan. El tema de fondo Ricardo Ginés escribió en EsGlobal, de Madrid, acerca de las 5 claves del descontento turco: Autoritarismo: rebelión contra ‘papá’ El símbolo de las protestas tiene un nombre: el parque de Gezi, una pequeña (comparada por ejemplo con el Central Park de Nueva York) zona lindante con la plaza Taksim, en el centro de Estambul. Está amenazado de convertirse en un centro comercial, algo que pertenece a una remodelación urbana apoyada y diseñada por el Ejecutivo del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan. Pero no fue tanto el violento desalojo por parte de la policía, que también, lo que produjo la ira de los indignados turcos. Fueron sobre todo las palabras del premier lo que supuso una afrenta para miles de activistas. “Haced lo que tengáis que hacer. Pero nosotros hemos decidido ya. Se llevará a cabo [la remodelación]”, había declarado Erdogan antes de la doble desocupación. Ese es su estilo de hacer política, sobre todo en los dos últimos años. Cada vez adopta más la figura de un padre autoritario a la par que paternalista con sus súbditos. Y estos, sobre todo los pertenecientes a una nueva generación joven, han decidido enfrentarse al padre. Antes de ello han perdido el miedo. La mayoría de los entrevistados en la Taksim Meydani estos días hacen hincapié en que Erdogan ha de cambiar sus formas y que de no hacerlo su estilo es el de un déspota. Islamización: no sólo las leyes del alcohol Estos días en la Plaza Taksim, rodeada de barricadas y libre de control policial, se han empezado a vender cervezas en la calle como si el centro de Estambul hubiera devenido en la Rambla barcelonesa. Muchos de los artefactos lanzados contra la policía, conocida en Turquía por sus veleidades proislamizadoras, han sido botellas de cristal y que contenían cerveza antes de convertirse en armas arrojadizas. No es una casualidad: las leyes que rigen la publicidad, la venta y el consumo de bebidas alcohólicas cada vez son más restrictivas. Erdogan tuvo además la delicadeza de enfrentarse a quiénes se oponían a las nuevas medidas calificándoles de “alcohólicos”. Las tendencias islamizadoras que se pueden apreciar sobre todo en los últimos tiempos incluyen además un intento de redefinición del concepto de laicismo en Turquía a la par que una redefinición del ser turco como exclusivamente de ideología suní, piadosa y conservadora. En Turquía tan solo un 12% se muestra a favor de la ley islámica, pero la clase media laica tiene miedo de que el país se islamice y también por ello el 82,3% de los turcos desea enmarcar “los principios y revoluciones de Atatürk (el fundador de la Turquía moderna y laica)” en la nueva Constitución. Uso excesivo de la fuerza: una democracia con olor a gas Para lo que Erdogan llama “democracia avanzada” para miles de turcos que se echan estos días a la calle tiene un olor innegable a gas lacrimógeno. El uso de fuerza para contener a los indignados turcos no tiene precedentes. Ya son dos muertos oficiales por excesiva violencia en los enfrentamientos, uno de ellos matado con una bala en Hatay, provincia turca fronteriza con Siria. También contamos con un joven en estado de muerte cerebral debido a un golpe directo en la cabeza con una cápsula de gas etiquetadas como “Non Lethal Technologies” (tecnologías no letales). Los activistas hablan de más muertos. En todo caso la imagen del gas no es nueva. Desde al menos el 1 de mayo de este año toda oposición al Gobierno en la calle ha tenido que oler de forma masiva el gas que desprende la “democracia avanzada” de Erdogan. El principal partido de la oposición, el republicano del pueblo (CHP) ha convertido por ello al premier en un superhéroe con la G de “Gazman”. Pero es una violencia que, como se está viendo, también puede resultar un acicate para continuar los disturbios: son ya más de 200 los policías que han tenido que ser atendidos por heridas u hospitalizados. Polarización social: ¿un primer ministro para todos? Erdogan como hombre fuerte de Turquía ha ganado tres elecciones parlamentarias seguidas (2002, 2007, 2011) con un índice de voto cada vez mayor. Eso nadie se lo discute. En las últimas obtuvo la mitad de los votos emitidos, un resultado espléndido para una persona que llevaba nueve años en el poder. Pero los que protestan en la plaza Taksim estos días, en su mayor parte clase media urbana, laica y de formas de vida liberales, advierten a menudo de que Erdogan malinterpreta la democracia. A su juicio lo que hace es imponer la voluntad de esa mitad de votantes sobre el resto sin ser realmente el primer ministro de todos los ciudadanos. Cada vez que su estilo se convertía más en autoritario e islamizador la sociedad turca se polarizaba más y más. En el lustro de 2002 a 2007 cuando las reformas democratizadoras a las que obliga Bruselas iban por buen camino la división era mucho más atenuada y había casi una reconciliación entre liberales y conservadores de raíces islamistas. Ahora, ese crédito político del que Erdogan disfrutó durante mucho tiempo parece haberse dinamitado. Resentimiento económico: favoreciendo a unos, castigando a otros Uno de los factores decisivos del enorme éxito que ha tenido Erdogan como figura política ha sido sin duda el beneficio económico que ha traído al ciudadano medio. En diez años, el Ejecutivo liderado por Erdogan ha sabido triplicar la capacidad adquisitiva del ciudadano medio. En ciudades como Estambul, al contrario que en otras europeas, existe un enorme dinamismo económico y gente joven planeando sus primeras empresas. Pero existe otra cara al milagro económico turco. También hay mucha gente desempleada o lindante con la pobreza que ven como el despegue económico sobre todo alcanza a las élites. Y hay otro aspecto preocupante como ha mostrado recientemente la lista de las 100 personas que más pagan impuestos en Turquía: la discriminación política. En ella no hay (que debiera por pura lógica) miembros cercanos al partido en el Gobierno de Erdogan y que han experimentado sin duda un enorme crecimiento en sus bolsillos en los últimos años. Es decir, el modelo económico de Erdogan favorece a sus simpatizantes y castiga a sus opositores, algo que está enfureciendo a la antigua élite de Turquía: laica y republicana.